El
compañero Darío
Sztajnszrajber dijo hace un tiempito en el programa de Novaresio, lo cito
porque es un video que se viralizó, que “la
filosofía sirve para cuestionarlo todo, para darte cuenta que todo
puede ser de otra manera (Merlí
también dice ésto textual), que uno
debe emanciparse de ese sentido común en el que vive inmerso y que
lo chupa... la filosofía no pregunta para encontrar respuestas sino
para que las respuestas instituídas se derrumben, para demoler lo
instalado que siempre encubre una situación de poder... siempre el
poder se instala haciendo pasar como verdadero su propio interés, y
cuando uno asume una verdad como incuestionable, el poder ganó, ya
que no hay poder más eficiente que aquel que no se ve”.
La filosofía es el análisis de lo obvio (lo que tenés enfrente).
Lo dice él, lo digo yo, lo dice Merlí, y lo dicen filósofos mucho
más importantes. Y agrega en un reportaje de hace unos días a
Página 12: “La deconstrucción hoy
es el pensamiento más a la izquierda posible. Hoy ser de izquierda
es ser deconstruccionista...”.
Vamos a hacer filosofía, vamos a deconstruir... Es decir, desarmar,
desnaturalizar, cuestionar todo, discutir lo que se nos presenta como
obvio.
Si
yo pregunto si hay que legalizar el aborto, ¿qué responderían
todas las militantes del pañuelo verde? (¡aclaro que celebro la
militancia!). Que sí, obvio. Bueno. Hagamos filosofía. Cuestionemos
lo que se nos aparece como obvio. Discutamos el sentido común
instalado hoy, lo políticamente correcto, el discurso dominante en
los medios. Quizás, no lo sé, vamos a intentar pensarlo juntos,
haya un poder invisibilizado instalando estas verdades.
Parece obvio
que aquellos que se oponen a la legalización del aborto son de
derecha, conservadores, fanáticos religiosos y que sólo se ocupan
de la vida de las personas antes de nacer y nunca después. Está
instalado así. Bueno, ¿por qué parece obvio?. Hay muchísimos
contraejemplos para demostrar que no es así. Pero, claramente, es
mucho más fácil discutir con esas personas cuando uno está a favor
de la legalización. Laclau estaría aplaudiendo a más no poder.
Construir ese enemigo aumenta las chances de ganar. Entre Aguer o
Cecilia Pando,
y casi cualquier otra persona, uno sabe dónde no ponerse.
¿Pero
acaso las y los militantes de izquierda, feministas, progresistas,
que son pro-legalización se ven representados por Dujovne, Wisky,
Lipovetzky, Lospennato, Fernando Iglesias y tantos otros dirigentes
de Cambiemos? ¿O tal vez se vean identificados con el defensor de
los derechos de la mujeres, Marcelo Tinelli?. ¿O la progresista
Susana Giménez?. Sin embargo, Norberto Bobbio, filósofo, jurista y politólogo socialista, afirmó: “He
hablado de tres derechos. El primero, el del concebido, es el
fundamental; los otros, el de la mujer y el de la sociedad, son
derechos derivados. Por otro lado, y para mí este es el punto
central, el derecho de la mujer y el de la sociedad, que suelen
esgrimirse para justificar el aborto, pueden ser satisfechos sin
necesidad de recurrir al aborto, evitando la concepción. Pero una
vez hay concepción, el derecho del concebido sólo puede ser
satisfecho dejándole nacer ”.
Para algunos, entre los que me incluyo, cualquier
criterio que elijamos va a terminar siendo un constructo filosófico
y cultural. Darío Sztajnszrajber lo explica clarito en su magnífica exposición en el Congreso (sólo omitió decir que su razonamiento también aplicaba a sus argumentos). Y, por eso, en una sociedad democrática, laica y plural,
lo que se puede y lo que no se puede hacer lo define la misma
sociedad a través de las leyes. (Entre nos, habría que repensar el
concepto de “representación” para cualquier tema que se trate,
pero ahora nos excede). Y en una sociedad pluralista atravesada por
distintas metafísicas y diferentes éticas, esas leyes se definen
por consensos prácticos mediante mayorías circunstanciales, en
procedimientos previamente definidos por otras leyes. Es así hoy y
para cualquier tema que se legisle.
Entonces, si lo determina
la sociedad, correr ese límite sobre la protección de la vida
humana es peligroso. Un bebé recién nacido también es
dependiente de la madre o, de mínima, de cualquier otro ser humano.
¿Qué impide que mañana se pueda decidir eliminarlo después de
nacido? Nada. El criterio es arbitrario. Lo determina la sociedad. Y
si el fundamento es la autonomía o voluntad de la persona con más
edad (¿poder?), y hasta el deseo de reconocerlo/aceptarlo o no, más
peligroso todavía. Hasta un día antes de nacer, el ser humano tiene
derecho a la vida o no dependiendo del deseo de la persona gestante.
Ni bien nace, ¿ya no tiene importancia el deseo de la madre? ¿O
todavía se lo puede eliminar? Preguntas que se abren a partir de
este debate. Me preocupa...
Aunque todo sea
potencialmente intersubjetivo, hay que tomar posición. Arriesgar y
hacerse cargo. Intentar ser coherente. Yo hago una opción. Y
encuentro muchas razones para hacerlo. En la vida hay que elegir...
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