miércoles, 13 de junio de 2018

Filosofía e IVE (o aborto)

El compañero Darío Sztajnszrajber dijo hace un tiempito en el programa de Novaresio, lo cito porque es un video que se viralizó, que “la filosofía sirve para cuestionarlo todo, para darte cuenta que todo puede ser de otra manera (Merlí también dice ésto textual), que uno debe emanciparse de ese sentido común en el que vive inmerso y que lo chupa... la filosofía no pregunta para encontrar respuestas sino para que las respuestas instituídas se derrumben, para demoler lo instalado que siempre encubre una situación de poder... siempre el poder se instala haciendo pasar como verdadero su propio interés, y cuando uno asume una verdad como incuestionable, el poder ganó, ya que no hay poder más eficiente que aquel que no se ve”. La filosofía es el análisis de lo obvio (lo que tenés enfrente). Lo dice él, lo digo yo, lo dice Merlí, y lo dicen filósofos mucho más importantes. Y agrega en un reportaje de hace unos días a Página 12: “La deconstrucción hoy es el pensamiento más a la izquierda posible. Hoy ser de izquierda es ser deconstruccionista...”. Vamos a hacer filosofía, vamos a deconstruir... Es decir, desarmar, desnaturalizar, cuestionar todo, discutir lo que se nos presenta como obvio.
Si yo pregunto si hay que legalizar el aborto, ¿qué responderían todas las militantes del pañuelo verde? (¡aclaro que celebro la militancia!). Que sí, obvio. Bueno. Hagamos filosofía. Cuestionemos lo que se nos aparece como obvio. Discutamos el sentido común instalado hoy, lo políticamente correcto, el discurso dominante en los medios. Quizás, no lo sé, vamos a intentar pensarlo juntos, haya un poder invisibilizado instalando estas verdades.
Parece obvio que aquellos que se oponen a la legalización del aborto son de derecha, conservadores, fanáticos religiosos y que sólo se ocupan de la vida de las personas antes de nacer y nunca después. Está instalado así. Bueno, ¿por qué parece obvio?. Hay muchísimos contraejemplos para demostrar que no es así. Pero, claramente, es mucho más fácil discutir con esas personas cuando uno está a favor de la legalización. Laclau estaría aplaudiendo a más no poder. Construir ese enemigo aumenta las chances de ganar. Entre Aguer o Cecilia Pando, y casi cualquier otra persona, uno sabe dónde no ponerse.
¿Pero acaso las y los militantes de izquierda, feministas, progresistas, que son pro-legalización se ven representados por Dujovne, Wisky, Lipovetzky, Lospennato, Fernando Iglesias y tantos otros dirigentes de Cambiemos? ¿O tal vez se vean identificados con el defensor de los derechos de la mujeres, Marcelo Tinelli?. ¿O la progresista Susana Giménez?. Sin embargo, Norberto Bobbio, filósofo, jurista y politólogo socialista, afirmó: “He hablado de tres derechos. El primero, el del concebido, es el fundamental; los otros, el de la mujer y el de la sociedad, son derechos derivados. Por otro lado, y para mí este es el punto central, el derecho de la mujer y el de la sociedad, que suelen esgrimirse para justificar el aborto, pueden ser satisfechos sin necesidad de recurrir al aborto, evitando la concepción. Pero una vez hay concepción, el derecho del concebido sólo puede ser satisfecho dejándole nacer ”.
Para algunos, entre los que me incluyo, cualquier criterio que elijamos va a terminar siendo un constructo filosófico y cultural. Darío Sztajnszrajber lo explica clarito en su magnífica exposición en el Congreso (sólo omitió decir que su razonamiento también aplicaba a sus argumentos). Y, por eso, en una sociedad democrática, laica y plural, lo que se puede y lo que no se puede hacer lo define la misma sociedad a través de las leyes. (Entre nos, habría que repensar el concepto de “representación” para cualquier tema que se trate, pero ahora nos excede). Y en una sociedad pluralista atravesada por distintas metafísicas y diferentes éticas, esas leyes se definen por consensos prácticos mediante mayorías circunstanciales, en procedimientos previamente definidos por otras leyes. Es así hoy y para cualquier tema que se legisle.
Entonces, si lo determina la sociedad, correr ese límite sobre la protección de la vida humana es peligroso. Un bebé recién nacido también es dependiente de la madre o, de mínima, de cualquier otro ser humano. ¿Qué impide que mañana se pueda decidir eliminarlo después de nacido? Nada. El criterio es arbitrario. Lo determina la sociedad. Y si el fundamento es la autonomía o voluntad de la persona con más edad (¿poder?), y hasta el deseo de reconocerlo/aceptarlo o no, más peligroso todavía. Hasta un día antes de nacer, el ser humano tiene derecho a la vida o no dependiendo del deseo de la persona gestante. Ni bien nace, ¿ya no tiene importancia el deseo de la madre? ¿O todavía se lo puede eliminar? Preguntas que se abren a partir de este debate. Me preocupa...
Aunque todo sea potencialmente intersubjetivo, hay que tomar posición. Arriesgar y hacerse cargo. Intentar ser coherente. Yo hago una opción. Y encuentro muchas razones para hacerlo. En la vida hay que elegir...

Deshumanización, Black Mirror y el Valor de la Vida 

ABORTO: aportes para el DEBATE...


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