jueves, 23 de octubre de 2008

No estoy seguro (sobre la inseguridad)

Vuelve a aparecer, una vez más, el problema de la inseguridad, según se lo suele denominar mediáticamente. En realidad no es una reaparición ya que nunca se fue, pero sí podemos decir que en estas semanas parece irrumpir con más fuerza. Y en medio de esta discusión se reinstala la criminalización de la pobreza y el pedido de mano dura, que incluye bajar la edad de imputabilidad.
En medio de impactantes noticias sobre la inseguridad en la Provincia de Buenos Aires, el Gobernador impulsa bajar la edad de imputabilidad al mejor estilo Blumberg y reenviar la Gendarmería a la CAVA.. La semana pasada, en mi tristemente ahora célebre barrio de Versalles, un grupo de vecinos gritaba frente a la Comisaría 44 que había que asesinar a los menores que se habían cobrado la vida de un comerciante.
Nuestra sociedad fragmentada, con el tejido social destruido luego de la nefasta década neoliberal, no busca soluciones justas sino soluciones a cualquier precio. Uno puede entender, o al menos eso creo, el dolor de las familias destruidas por muertes que no debieran haber ocurrido, el sufrimiento de amigos, conocidos... También se comprende el miedo de quienes se visualizan como posibles futuras víctimas. Pero entender y comprender, no es justificar. Y lo digo en todos los sentidos, porque tampoco es cuestión de idealizar al que roba o asesina. Si bien uno desearía que el Estado llegue a tiempo, es mejor que llegue tarde a que se ausente.
En primer lugar, analicemos brevemente el tema de los menores. Bajar la edad de imputabilidad implica desconocer que estos delitos abarcan menos del 5% del total. Y si encima sabemos fehacientemente que la solución no funciona con el noventa y tanto por ciento restante, ¿por qué sí lo haría con los de menor edad?. Es más, bajar la edad llevaría a una estigmatización temprana, a una profecía autorrealizadora. Es matar la esperanza. Quizás sea el momento de buscar soluciones reales y, por ende, alternativas. Si seguimos haciendo lo que hicimos hasta ahora, obtendremos los mismos resultados. Es la oportunidad de pensar, y aplicar, una opción distinta. Y en este espíritu es que nos invito a profundizar en un Régimen Penal Juvenil enfocado desde la Justicia Restaurativa.
Pero también quisiera decir algo sobre la vinculación que se hace entre delincuencia y pobreza. Y en este punto recuerdo el lanzamiento de campaña de Macri, en el 2007, donde prometió crear “la agencia de prevención del delito, desde la cual se van a coordinar todos los programas de asistencia social, así como administrar los recursos del estado hacia la gente más vulnerable”.
En aquel momento dije hasta el cansancio, y hoy lo repito, que el objetivo de las políticas sociales no puede ser prevenir el delito. Hay que buscar una vida digna para todas las personas, y esto debe ser el centro. Y lo reitero porque me parece fundamental: uno pone el énfasis, cuando de políticas sociales se trata, en la promoción humana de las personas más vulnerables, porque son dignos, porque se merecen vivir mejor, y no para evitar que salgan a robar(nos) y matar(nos).
No podemos planificar las políticas sociales pensando en “los otros”, “para que vivan seguros”. La idea es generar las condiciones necesarias para que todos vivan dignamente, y no “ayudar a los pobres” en función de una clase acomodada. Porque cuando uno habla de políticas sociales dentro de una agencia de prevención del delito es como si esas personas sólo fuesen potenciales delincuentes y la política social se convierte en seguridad para el resto.
Igualmente aclaro, por las dudas, que no todos los delincuentes son pobres (menos, obviamente, los de guante blanco) ni todos los pobres son delincuentes (de hecho son minoría). Es que el problema de la inseguridad no es la pobreza (basta vivir en nuestro país profundo, en el norte devastado, alejado de las grandes ciudades) sino la desigualdad, que siempre es indignante. Y la desigualdad, producto de la injusta distribución de la riqueza, genera resentimiento y violencia.
Exijamos justicia para todos. Pero justicia es mucho más que aplicar el Código Penal. Justicia implica, en primer lugar, que se respete el derecho a la salud, a la vivienda, a la educación, en fin, a una vida digna, en igualdad real de oportunidades.

Prof. Javier Esteban Giangreco
Asesor en la H.C.D.N.

Les dejo unos enlaces, para seguir pensando…

El detalle y la forma – Damián Conforto
http://www.javiergiangreco.com.ar/PoliticaySociedad/detalleyforma.doc

Ese chico – Ignacio Copani
http://andresdb.cqchosting.com/Copani/discos/afectosespeciales/esechico.htm

Justicia Juvenil – Enfoque de Justicia Restaurativa
http://www.juvenilejusticepanel.org/es/juvenilejustice.html

martes, 21 de octubre de 2008

ABORTO (compilado)

Con todo respeto, y en ánimo de participar de este debate público, les acerco unas breves reflexiones en calidad de asesor especializado en la temática durante estos años de trabajo en la Honorable Cámara de Diputados de la Nación.

"Quiero comenzar por reconocer que difícilmente encontremos a alguien que diga no estar a favor de la vida. El problema es discernir de qué vida, desde cuándo y cómo. Por eso me gustaría, en un principio, enumerar aquellos puntos que no generan conflicto y sobre los cuales todos, o la gran mayoría, podemos estar de acuerdo..."

a) http://javiergiangreco.blogspot.com/2006/09/s-la-vida-0.html
b) http://javiergiangreco.blogspot.com/2005/08/s-la-vida-i.html
c) http://javiergiangreco.blogspot.com/2005/09/s-la-vida-ii.html
d) http://javiergiangreco.blogspot.com/2005/10/s-la-vida-iii.html
e) http://javiergiangreco.blogspot.com/2007/02/s-la-vida-iv.html
f) http://javiergiangreco.blogspot.com/2008/03/un-atajo-tramposo-aborto-no-punible.html

"Se hace necesario y urgente un debate maduro, serio, profundo y respetuoso... Debemos dialogar con argumentos, fundamentos y sin falacias No hay que imponer sino poder buscar consensos que nos acerquen al bien común. Creo que desde una apertura sincera esto es posible. Lo que veo difícil es la apertura sincera."

Proyectos presentados en el Congreso Nacional:

REGIMEN DE PROTECCION INTEGRAL DE LOS DERECHOS DE LAS NIÑAS Y LOS NIÑOS POR NACER
http://www1.hcdn.gov.ar/proyxml/expediente.asp?fundamentos=si&numexp=1153-D-2007

CODIGO PENAL: MODIFICACION.
http://www1.hcdn.gov.ar/proyxml/expediente.asp?fundamentos=si&numexp=3088-D-2007

Quedo a la espera de su respuesta, si le parece pertinente, para profundizar en la temática desde un diálogo fecundo. Atte.
___________________
Prof. Javier Esteban Giangreco
Asesor (Dip. Nac. Hugo R. Acuña)
Honorable Cámara de Diputados de la Nación
6310-7433
15-6146-2285
http://www.javiergiangreco.com.ar/

viernes, 28 de marzo de 2008

Imágenes que Duelen - Conflicto Agrario

"…en su boca no hay razones,
aunque la razón le sobre;
que son campanas de palo
las razones de los pobres”
(Martín Fierro)

Mientras pasaba de noticiero para actualizarme sobre el conflicto agrario, leí un titular que atrapó mi atención: Imágenes que duelen. Mostraban camiones que llegaban al Mercado Central con la verdura podrida luego de estar varios días sin poder superar los cortes de ruta. Idéntica idea se expresaba días atrás al ver cómo se tiraba y desperdiciaba mercadería, alimentos, como condición para que los camiones pasen el piquete. Imágenes que duelen, decían.
Pero me pregunto: ¿duele ver leche desperdiciada o verdura podrida?. ¿Eso es lo que duele?. Pareciera que no es la imagen en sí lo que produce dolor sino que, según dicen, “es un crimen desperdiciar comida habiendo tanta gente que no tiene qué comer o se muere de hambre”.
Quizás en un primer análisis se deba explicitar que si hay gente que pasa hambre no es porque se pudra la verdura o se tire la leche de esos camiones. No seamos ingenuos. Esa comida no era para esa gente. Los que no tienen para comer no son afectados directamente por el desabastecimiento, ya que esa es su realidad de todos los días. Posiblemente ahora sí puedan comer verdura, ya que acaban de abastecerles el basural.
En segundo lugar, sería bueno identificar que la imagen que nos tiene que doler es la de la niña o el niño desnutrido, y no la del alimento desperdiciado. Pero lamentablemente esas verdaderas imágenes que duelen no aparecen en las proporciones que debieran para que se tome conciencia de la real dimensión del flagelo. No aparecen o, lo que es peor, no quieren que aparezcan.
Los hambrientos no ameritan un cacerolazo ni un banderazo. Sí lo exige un corralito o el desabastecimiento de supermercados. Cómo puede ser que uno no tenga efectivo o no pueda comerse un asadito el fin de semana, ¿acaso uno no es libre?. En cambio el pobre es libre… de morirse de hambre, sin efectivo, sin asadito y sin tantas otras cosas.
Vivimos en un mundo escandalosamente inequitativo, injusto y desigual. El neoliberalismo, está harto demostrado, es un sistema de acumulación y concentración de la riqueza, a la vez que genera desigualdad y expulsión. Son cada vez menos los que tienen más, y cada vez más, mientras que son cada vez más los que tienen menos, y cada vez menos.
Estamos viviendo, en los últimos años, una transición entre una sociedad vertical basada en relaciones de explotación, y una sociedad horizontal donde lo importante no es tanto la jerarquía como la distancia con respecto al centro de la sociedad. Explotador y explotado se encontraban dentro del mismo sistema; el excluido está fuera. El explotado es tan necesario como el explotador para mantener el sistema; el excluido, no. Y ya no son solamente excluidos, sino que podemos decir que son sobrantes, que están de más, que son desechables.
Para ejemplificar, ingresemos en el ámbito educativo. Sabemos que el nivel socio-económico y la educación de los padres son los indicadores más significativos a la hora de hablar de abandono escolar. No es falta de esfuerzo o capacidad, son víctimas de este orden social injusto que no les permitió desarrollarse normalmente, de ese contexto donde crecieron sin posibilidades de progresar. Y si hay falta de capacidad, puede ser por falta de alimentación o estimulación por vivir en un hogar pobre.
Sabemos que lo que no se adquiere en el momento adecuado luego cuesta mucho más o directamente no se consigue. Hay condiciones previas insoslayables. Estamos hablando de equidad social como garantía de la igualdad de oportunidades. Los estragos que provoca la desnutrición que se padece en la primera infancia son irreparables, ya que en esta etapa el mayor impacto lo sufre el cerebro. La equidad es un fenómeno sistémico y, por ende, sin transformaciones profundas, estructurales, en la distribución del ingreso, será casi imposible avanzar en los logros educativos que permitan a la población tener acceso a niveles de educación adecuados para su inserción productiva en la sociedad. Los pobres empiezan la carrera más tarde y menos preparados... si es que encuentran el camino. María Elena Walsh lo dice muy claro en Juguemos en el mundo: “El mundo nunca ha sido para todo el mundo”.
Frente a esta situación quiero poner sobre la mesa, reflotar, un viejo concepto: el destino universal de los bienes. Todos los bienes son, por principio, para todos los hombres, para que a nadie le falte lo necesario para vivir. La propiedad privada no es absoluta; sobre ella hay grava una hipoteca social. Esta idea apunta al corazón del neoliberalismo. Y no sólo apunta sino que tiene intenciones de dar en el blanco.
Es misión del Estado, en cuanto igualador de oportunidades, tomar decisiones y llevar a cabo acciones, claras, valientes, profundas, para la redistribución de la riqueza. Desde luego que hay que reflexionar sobre la conveniencia de políticas sociales universales, y políticas tributarias diferenciadas, progresivas. También es imprescindible el debate sobre una política agropecuaria, incluyendo una reforma agraria. Todo esto enmarcado en un proyecto de país, con políticas de estado que exigen diálogo y consenso, y sabiendo que toda transformación estructural genera resistencias porque, entre otras cosas, se tocan intereses de los grupos de poder.
Nada de esto aparece en los medios. Ninguno de estos temas se trata seriamente en el debate. Pocas personas saben que es realmente esto lo que debiera estar en juego, y por eso es tan difícil tomar partido. Ni la Presidenta, ni la Sociedad Rural, ni los caceroleros están dispuestos a ir a fondo. ¿Hay alguien que se anime?. Este es el desafío para que las campanas de los pobres dejen de ser de palo y empiecen, de una buena vez por todas, a sonar.

sábado, 1 de marzo de 2008

Un Atajo Tramposo - Aborto No Punible

Nuestro Código Penal sanciona el aborto, no lo legaliza. Lo que hace el art. 86 del CP es sólo una declaración de no punibilidad de determinadas conductas. Igualmente considero, junto con numerosos especialistas, que este artículo ha sido derogado de hecho luego de la Reforma Constitucional de 1994, o incluso antes (en 1990 con la ratificación de la Convención de los Derechos del Niño).
Bien sabemos que el aborto es un problema gravísimo del que hay que ocuparse de inmediato. Y también sabemos que este problema no se soluciona con el Código Penal, lo que a su vez no implica que todo lo que no puede resolverse por este medio deba ser legalizado ni despenalizado.
Por otro lado tenemos que contextualizar el aborto, pensando no sólo en el ser humano por nacer, sino también en la mujer que lo lleva en el vientre. Desde el comienzo no debemos olvidar que hay, por lo menos, dos vidas en juego: la mujer y la niña o el niño por nacer; la madre y su hija o hijo.
Es fundamental trabajar fuertemente en la prevención de embarazos no deseados, sin ignorar la contención y acompañamiento de la mujer una vez que éste se ha producido. Y, a la vez, necesitamos realmente una verdadera educación sexual integral, articulando la responsabilidad de las familias y el rol de las escuelas. Todo esto sin olvidar que debemos revertir la injusta distribución de la riqueza que no permite la igualdad de oportunidades. En síntesis, debemos trabajar fuertemente en prevención, educación y justa distribución de la riqueza.
Pero el proyecto que se encuentra actualmente en discusión en el Congreso, además de no avanzar en ninguno de estos puntos, es claramente violatorio del Código Penal ampliando los casos de no punibilidad. En primer lugar interpreta "salud" según la definición de la OMS en 1946, siendo una consideración anacrónica si se tiene en cuenta el año de formulación del artículo 86 del Código Penal (1922). Al introducir elementos subjetivos como lo es la salud psíquica queda abierta a interpretaciones emocionales que no son compatibles con la cerrada casuística. Todo esto sin tener en cuenta los problemas que acarrea para la salud psíquica de la mujer el aborto en sí mismo. Por medio de esta interpretación establecen la no punibilidad a todos los casos de violación y a los fetos inviables, dos causales no contempladas actualmente en el Código Penal. Pero la ampliación interpretativa del concepto de "salud" no sería tanto si es que no fuese que, sorpresivamente, quitan el final del inciso 1º: "y si este peligro no puede ser evitado por otros medios". Aquí se cambia drásticamente el sentido de lo expresado en nuestro Código Penal.
En conclusión, para avanzar en este sentido, si es lo que realmente quieren, debieran modificar el Código Penal. Y luego, para que no sea inconstitucional, llamar a una Reforma Constituyente. Pero intentar imponer una postura por medio de un atajo tramposo es un despropósito.