Si se aprobara el
proyecto de ley que impulsa la Campaña Nacional por el Derecho al
Aborto Legal, Seguro y Gratuito, y que cuenta con la firma de 72
diputades nacionales, toda mujer a partir de los 13 años podría
acceder libremente y de manera gratuita a un aborto de manera
irrestricta. ¿Sabrá eso toda persona que usa pañuelo verde?
¿Lo tienen presente aquellos legisladores que adelantaron su voto
afirmativo?. Nótese que no estoy diciendo si está bien o mal sino,
simplemente, explicitando de qué trata el proyecto en discusión.
Información para decidir, digamos.
De ahí en más, la
mayoría de los argumentos cae por su propio peso. Es que de aquellos
inicios donde parecía reivindicarse una desigualdad social y de
género a esta propuesta normativa hay un abismo. Hoy queda
solamente una argumentación en pie, totalmente válida, aunque
obviamente discutible: el derecho de la mujer a la autodeterminación
sobre su propio cuerpo. Y reitero que no estoy juzgando, todavía,
el argumento sino simplemente exponiéndolo. Ese tema es lo que está
en debate. Para los que impulsan este proyecto ese es el único eje
de discusión. No hace falta argumentar otra cosa. Los demás temas
que dan vueltas son desviaciones más o menos sensibleras. Este es el
nudo del proyecto. Es decir, si hay un derecho de la mujer a decidir
libremente sobre su propio cuerpo no hace falta hablar de muertes, de
pobres, de desigualdad social ni nada. Seamos claros en este punto.
¿Aborto legal para no morir?. No, aborto legal porque es un “derecho
humano a la salud” que tiene toda mujer, tal como explicita el
artículo 1 del proyecto en cuestión.
Ese primer artículo del
proyecto establece un plazo de 14 semanas para la interrupción
voluntaria del embarazo. ¿Por qué 14?. Según se puede leer en los
fundamentos del proyecto es un número totalmente arbitrario: “En
su artículo 1 al colocar el plazo de la catorceava semana este
proyecto no pretende definir el comienzo de una vida ni justificar
moralmente las interrupciones del embarazo. Delimita legalmente un
área protectora de los bienes jurídicos en cuestión, dentro de
plazos razonables para una gestación que no fue planificada y/o
deseada. El proyecto de ley trata puntualmente lo que es
científicamente un proceso continuo pero no sanciona moralmente la
cuestión”. Es decir, ¿podría ser hasta las 12 semanas como
en Alemania, Francia o Uruguay?. ¿O podría ser hasta la semana 10
como en Portugal?.
Sin embargo, carece de
sentido discutir la cantidad de semanas luego de leer el artículo
3°. Allí podemos leer que “más allá del plazo establecido,
toda mujer tiene derecho a interrumpir su embarazo en los siguientes
casos...”, para exponer en el inciso 2° lo siguiente: “Si
estuviera en riesgo la vida o la salud física, psíquica o social de
la mujer, considerada en los términos de salud integral como derecho
humano”. Todo embarazo pone en riesgo la salud física,
psíquica o social. Todo lo que hacemos en la vida pone en riesgo
nuestra salud (¡el aborto también!). Es tan amplio y vago lo que
allí dice que abre la puerta al aborto irrestricto a simple
petición, algo que se corrobora con lo que se explicita en otros
artículos. Y, en la práctica, esto casi que ya está sucediendo.
¿Qué sentido tiene el inciso 1° que habla de los casos de
violación o el 3° que se refiere a malformaciones fetales?. ¿No
estarían ambos incisos subsumidos en el 2° y la afectación de la
salud integral de la mujer gestante?. ¿Qué sentido tiene poner
plazos en el artículo 1° si después se habilita más allá de esos
mismos plazos?. ¿En qué situación no estaría legalizado el
aborto?. Insisto: independientemente de estar a favor o en contra
del proyecto, lo primero es conocer todas las implicancias del texto
normativo que se propone. Información para decidir libremente si
apoyarlo o no.
Si
bien el proyecto explicita el concepto de salud integral, de acuerdo
a la Organización Mundial de la Salud, no hace lo mismo con el
concepto de aborto. La
OMS
define el aborto como la interrupción
del embarazo cuando el feto todavía no es viable
fuera
del vientre materno,
lo
que se establece hoy a las 22 semanas o cuando supere los 500 gramos
de peso. Además, hay cierto consenso médico que detalla riesgos
para la mujer gestante en un aborto practicado más allá de la
semana 20. ¿Por qué el proyecto no dice nada al respecto?. Frente
al slogan tan utilizado de “las mujeres no somos una incubadora”
(¡obvio que no lo son!), podemos pensar en la viabilidad
extrauterina del feto a partir de las semana 22. Es decir, podría
nacer vivo y continuar el desarrollo en una incubadora. ¿Por qué
habilitar el aborto también en esos casos?. ¿Bajo qué argumento?.
Es peligroso, y hasta sospechoso, el silencio del proyecto en este
punto. Y si se le reconoce el derecho a vivir ese día, ¿qué cambia
con el día anterior?. ¿Que no puede vivir por sus propios medios?.
Sería peligroso arribar a una conclusión así, porque aplicaría a
muchísimas personas ya nacidas.
Y,
aunque se sancione este proyecto, y mal que nos pese, las mujeres
pobres seguirían accediendo a una salud pública de baja calidad, en
el mejor de los casos. Es decir, el proyecto no resuelve la
desigualdad social. En Argentina 2 de cada 3 maternidades no cumplen
con las CONE (condiciones obstétricas y neonatales esenciales); y
sabemos bien quiénes son las mujeres que se atienden en las que no.
Hoy por hoy, una mujer pobre (si es adolescente más aún) no suele
hacerse controles de embarazo en un centro de salud ni siquiera
cuando (como sucede en la gran mayoría de los casos) decide tener a
su hija o hijo. Sí es cierto que, como también sucede hoy en día,
aquel varón adulto de buena posición económica podrá hacer
“desaparecer” ese “desliz” cometido al abusar de una adolescente
pobre obligándola, muy posiblemente contra su
voluntad, a abortar de manera segura. Según varias investigaciones
la coerción es una de las principales razones para abortar. ¿Acaso
eso terminará justificando el feminismo?. No creo... Espero
que no.
Hay muchas personas de
buena voluntad, reitero que muchas, que militan a favor de la
legalización del aborto. Conozco a muchas de ellas. Y lo hacen con
la mejor de las intenciones. Están a favor de la vida, de los
derechos humanos, y se suelen poner del lado de los más vulnerables.
Celebro que lo hagan desde ese posicionamiento.
No las juzgo, no las considero asesinas ni cómplices, ni tantas
otras cosas terribles que les dicen algunos “fanáticos pro-vida”.
Pero sí las invito a repensar si lo que ellas buscan es realmente lo
que este proyecto propone.
Para
ir cerrando, dejo explicitado que estoy totalmente en contra de la
criminalización de la mujer que, lamentablemente, recurre a un
aborto. Jamás le diría asesina ni que cometió un “homicidio
pre-natal agravado por el vínculo” como tristemente expresan
algunos. Considero que el aborto es equiparable al infanticidio: una
mujer que no termina de tomar conciencia del acto que está
cometiendo y, por eso, necesita ser acompañada más que juzgada.
Como necesitaba ser acompañada desde antes de hacerlo. También creo
que el aborto clandestino de las mujeres pobres es un problema de
salud pública que no se resuelve con el Código Penal. Creo que la
existencia de mujeres pobres es un hecho de injusticia social, más
allá de aborto o no aborto. Estoy convencido que necesitamos avanzar
en todo lo referente a la Educación Sexual Integral. Estoy a favor
de la maternidad/paternidad responsable que incluye el acceso la
salud reproductiva, a métodos anticonceptivos. Quiero mujeres,
personas, que puedan decidir libremente y a conciencia sobre su vida
sin sentirse juzgadas. Estoy totalmente en contra del machismo y el
patriarcado, y promuevo un cambio cultural en ese sentido. Y si
estuviese convencido de que en el vientre materno no hay una vida
humana por nacer que tiene derecho a la vida estaría militando la
Campaña por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito. Pero no estoy
convencido de eso por lo que, fiel a mis principios, convicciones y
posicionamientos es que me opongo a la legalización del aborto en
general y a este proyecto en particular. Porque
estoy a favor de la vida y de todas las vidas, siempre. Antes de
nacer y también después. Porque la muerte se presenta en los
femicidios, en los casos de gatillo fácil, en el hambre... Y, desde
mi punto de vista, también en el aborto.
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