domingo, 30 de noviembre de 2025

En Los Toldos, sin Mamerto


 Uno vuelve siempre a los viejos sitios donde amó la vida…

Del 21 al 23 de noviembre, estuve de nuevo en el Monasterio Benedictino Santa María de Los Toldos. Fui por primera vez a mis 19 años y hoy, más de 25 años después, cuento con varios retiros por esos lados en mi haber. Pero esta vez, fue distinto.

…y entonces comprende, cómo están de ausentes las cosas queridas

Fue mi primera visita desde que falleció Mamerto. Y eso lo cambia todo. El lugar, hermoso como siempre. Uno se encuentra con Dios también en ese paisaje, en la naturaleza que brilla en todo su esplendor. Las oraciones comunitarias con los monjes, siempre presentes acompañando los diferentes momentos del día. El silencio. Los ejercicios espirituales que, una vez más, me preparó mi cura amigo. El pan, el queso, el vino. Todo lo mismo, lo de siempre… pero ya no está Mamerto.

Fui dos veces al cementerio en esos tres días. Las últimas dos veces que estuve en Los Toldos, Mamerto en persona señalaba el lugar donde descansarían sus restos agregando, con el humor de siempre, que allí “iba a estacionar”. Y, de hecho, ahí está la lápida. Sé que él no está en ese lugar, pero me ayudó sentarme al lado, rezar, hablarle. También, debo reconocer, fue muy lindo hacerlo acompañado. Es más, creo (de creer, con fe) que Mamerto tiene mucho que ver en esa compañía (pero sobre eso compartiré en otro momento).

Todo lo que quise escribir sobre él ya está en el posteo del 9 de junio (tres días después de su muerte). Por eso, me reservo los últimos párrafos, los próximos, para hablar sobre qué me dejaron estos tres días de encuentro con Dios:

Lo primero, ser agradecido. Fue un año de muchas bendiciones. Como toda mi vida, creo. A veces, me preguntan por mi fe en momentos de dolor y oscuridad, que los tuve, pero siempre me sentí mucho más cerca de la luz y por eso doy a gracias a Dios. Por la vida que viví hasta hoy. Por las personas con las que compartí. Por mis hijos, y toda mi familia. Por los cambios laborales, profesionales de este 2025. Por los logros, en especial con la escritura, que se dieron en este año. Y por el amor, por mi compañera con la que andamos soñando juntos.

También hubo pedidos y súplicas, desde luego. Me alegra saberme escuchado por Dios, aunque no siempre responda como yo lo espero. Es que la experiencia de abandonarse en Él, algo que vivencio cada vez más, trae serenidad, paz y alegría a mi vida. Amén.

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