Hace un par de días me
encuentro en el diario La Nación con una nota titulada “El hijo político del Papa, que nadie conoce”.
El artículo habla sobre Gustavo Carrara. Me alegro y me pongo a
leerla. Al terminar, con una rara sensación que no termino de
identificar, me pregunto: ¿por qué esta nota ahora?, ¿por qué
este título?.
La palabra “político”
no parece ser inocente. Más que indicar su no relación biológica,
deja un mojón semántico difícil de esquivar en estos tiempos. Y
más al describirlo como “el sacerdote que a fin de año fue
convertido por Francisco en el primer obispo villero, una designación
de fuerte impacto político”. Si bien Francisco suele repetir
aquella cita que dice que la política es una de las formas más
altas de la caridad, bien sabemos que no resuena de esa manera en los
lectores de la tribuna de doctrina ni en sus otros replicadores
mediáticos. Y menos en este contexto donde durante este año se
agudizó la campaña de desprestigio hacia el Papa etiquetándolo como “figura política” (en el sentido más
peyorativo del término). Basta leer muchos de los comentarios a la
nota para entender...
Laura Di Marco, la
periodista autora del artículo, agrega que nadie lo conoce. Si bien
es cierto su bajo perfil, recordemos que la misma periodista había
publicado un artículo hace casi ocho años que comenzaba hablando
sobre Carrara. Y mientras allí titulaba “Curas villeros: predicadores de la Teología del Pueblo”,
reivindicando tanto esa línea teológica como a Bergoglio, ahora
escribe lo siguiente: “La Teología del Pueblo, remixada por
Bergoglio, es una versión light de la Teología de la Liberación”.
¿Qué cambió?. No está de más recordar que este artículo es
también una editorial de Di Marco en Radio Mitre. Allí también
pudimos escuchar los ataques al Papa Francisco que realizaron Jorge Fernández Díaz y Alfredo Leuco el mes pasado.
También es cierto que
hay algunas precisiones. “Obispo en la villa 1-11-14, teólogo y
crítico del capitalismo, Gustavo Carrara refleja el pensamiento de
Francisco”, comienza diciendo, aunque se queda corta. Nombrar
en la misma nota a Ricciardelli, Mugica, Gera y Tello es un buen
encuadre. Quizás anda faltando un Don Bosco y un Jean Vanier para
completar.
Cuando dice que es un
“obispo heterodoxo” o “estrella rockera”,
teniendo en cuenta los destinatarios a los que escribe, lo hace, tal
vez, para despertar enojos (aunque a muchos nos seduzca esa idea).
“Carrara es fruto de la mutación ideológica de Francisco y
comparte muchas lecturas con él. Ese giro es curioso”, señala
más adelante. ¿De qué mutación o giro habla?. La palabrita
“ideológica” también es intencional.
El párrafo donde habla
del perfil combativo de Lugones, el frente opositor, la CGT, los
movimientos sociales, Grabois, sigue en la misma línea
malintencionada, y sin dejar pasar que viene de etiquetarlo como
filoperonista (algo que para mí es un elogio pero no para la gran
mayoría de los lectores de La Nación). Ni que hablar cuando insinúa
que Carrara y Francisco, que a esta altura de la nota son lo mismo,
podrían asociar a Macri y Piñera con el antipueblo. Personalmente
creo que es así, y me hago cargo de mi interpretación. Pero la
periodista le habla a otros... Y si faltaba una palabra, la incorpora
hacia el final cuando nombra a Rodolfo Kusch, “olvidado y luego
rescatado por el kirchnerismo”. Refuerza con Milagro Sala y
mete por la ventana los casos de pedofilia. ¡Bingo!.
“En el fondo sabe,
sin embargo, que la grieta política es, tal vez, el principal
obstáculo para la visita de Francisco a la Argentina”. ¿Sabe
eso?. ¿O eso es lo que la periodista deseaba que Carrara diga y no
dijo?. “¿Qué pasaría si una parte de la sociedad abucheara al
Papa, en su propia tierra?”, cierra el párrafo más como
arenga que como pregunta.
Personalmente tengo la
gracia de conocer a Gustavo. Fue mi profesor, empleador, párroco y
ahora obispo... Siempre cercano, siempre atento, siempre escuchando,
acompañando, siempre con la palabra justa, siempre rezando,
siempre... Intento consultarlo seguido, pero trato de moderar mis
intentos para no quitarle tiempo que ocupa mucho mejor seguramente.
Mi tío y mi hermano,
referentes de fe popular para mí, me hablaron siempre maravillas de
Gustavo. Y cuanto más traté con él, más lo corroboré. Siendo mi
profesor de Teología Fundamental me inspiró a inscribir sobre la
compasión. La primera vez que fui a verlo a la villa me regaló el
libro “Y el Pueblo, ¿dónde está?” del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo (edición agotada, muy valiosa para mí en
múltiples sentidos, y de frecuente consulta). Años después me
convocó a ser el rector fundacional de la primera Escuela Secundaria que abrían los curas villeros. Un honor inmerecido para el que
seguramente no estuve a la altura. En esa época me regaló otro
libro: “La Alegría del Evangelio” del Papa Francisco. Y como
para ir cerrando este párrafo personal, recuerdo que al día
siguiente de su ordenación episcopal le escribí por whatsapp: “Me
hace feliz ser parte de una iglesia que te tiene como obispo. Rezo
fuerte. Abrazo!”. Y eso siento realmente.
Claramente
inspirado en la Teología del Pueblo pero que no queda en la teoría
sino que se hace vida sencilla, fe popular, compartiendo el día a
día cuerpo a cuerpo con aquellos a quien la sociedad considera
sobrantes. Recibiendo la vida como la vida viene, y compartiendo con
los pobres la alegría del Evangelio (tal como reza su lema
episcopal).
Así
como el Papa Francisco plantea las tres “T” –“tierra”,
“techo” y “trabajo”–, Carrara y los curas villeros plantean
las tres “C”, que están profundamente ligadas con esas tres “T”,
y son “capilla”, “colegio” y “club”, como un ámbito de
prevención. Prevención significa, en estos términos,
oportunidades, inclusión y saborear, contagiar, sentido de la vida.
Quizás
el flamante obispo villero sea el intérprete más autorizado del
pensamiento del Papa Francisco. Impulsor de la difusión de sus ideas
a quien, según dice, hay que leerlo sin glosa. Por eso llevó a
Patria Grande la idea de editar libros con sus palabras a los
Movimientos Populares o en sus visitas a América Latina. Pluma
activa detrás de los documentos del Equipo de Sacerdotes para las
Villas de Emergencia, ahora tiene la posibilidad de dejar de ser “el
hijo político del Papa, que nadie conoce” para profundizar y
viralizar esta revolución de la fe, la esperanza y el amor que
lidera el Papa Francisco. Que así sea.
Entrevista al Padre Gustavo Carrara – Defensoría del Pueblo
Gustavo Carrara: el primer obispo villero (entrevista)
Teología y Descarte (entrevista a Gustavo Carrara)
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1 comentario:
Es tan clara la explicación hecha sobre el artículo d Laura Dimarco q no requiere agregado .
Respecto a la forma d hablar sobre Gustavo Carrara ,demuestra un profundo conocimiento y admiración x este pastor q,con un bajo perfil,es otro "Revolucionario ",como Jesus ,q basan su accionar en el AMOR
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