Qué lindo es el fútbol infantil...
Viví hermosos años de mi vida jugando en los clubes del barrio: Jorge Newbery, Villa Real, Villa Luro, APV...
Entrenar en la semana, 2 o 3 veces. Ir a jugar los sábados. De local. De visitante, recorriendo lugares desconocidos a mi edad. En ese entonces era sólo FAFI...
Escuchar a los profes y hacerles caso más que a las maestras o a mis viejos.
Pasar el tiempo con amigos. Ir antes de tu partido y quedarte de más. Ser hinchada. Jugar para la categoría más grande y sentir que estabas dándole una mano al club.
Aprender a cumplir ciertas reglas, algo no tan claro a los 5 años. Ubicarte en la cancha. Nunca despejar al medio. Hacer bien los laterales. Sacar rápido para sorprender al rival. Amagar. Ir al piso convencido de ganar la pelota... es que pasa la pelota o el jugador, nunca ambos. Pegarle con el empeine, nunca de puntín. Pasarla con el lado interno del pie. Y tantos otros aprendizajes...
Jugar en equipo. Celebrar juntos las victorias, y hacernos el aguante en las derrotas.
Jugar con los rivales después del partido, sin importar el resultado.
Hacer amigos...
Y años después, más de 20, mi hijo también quiso jugar al fútbol en un club. ¿Quiso? Tenía 3 años (¡muy chico para mi época!). En casa se la pasaba pateando una pelota. Mucha energía que gastar. Salí a buscar club. Conociendo mi historia, el valor del fútbol infantil en mi vida, me lo tomé muy en serio. Y de repente, charlando con un ex-alumno, me enteré que él y otro ex-alumno eran profes en un club del barrio... aquel donde yo también inicié mi carrera. Años después sabría que, para Nico, sería el club donde querría quedarse a vivir para siempre.
Y esos profes pasaron a ser muy importantes en la vida de Nico... más de lo que mis profes conmigo. Porque miran mucho más allá del fútbol. Se nota en el trato, en las charlas, en preguntar más allá del deporte... ¡hasta les piden el boletín!
Y Nico me empezó a pedir quedarnos a ver los partidos de las demás categorías... y, de repente, me encontré dando una mano como delegado. Es tan hermoso ver a Nico siendo feliz en el club. Tan sano, tan lindo. Siempre rodeados de amigos. En el Newbery los pibes más grandes y los más chicos se conocen, se quieren, juegan juntos fuera del partido. Y los adultos también forman parte de todo esto. Madres, padres, abuelas, abuelos, tías, tíos, hermanas, hermanos. Mucho mate y criollito en la tribuna. Conversaciones de lo más variadas en whatsapp. Somos como el Barcelona... "Más que un club". Hasta nos fuimos a pasar un día en familia, con los profes también, para cerrar el año. De todas las categorías. Hermoso.
Y trato de explicarle cosas que aprendí yo... pero también le da más bola a los profes que a mí. Por eso me alegra que sean estos profes y no otros. Más cuando veo algunos profes rivales...
Y me emocioné hasta las lágrimas al verlo salir campeón. Y se me partió al corazón al verlo llorar después de perder el invicto luego de muchísimos partidos. Y lo ví crecer, ganar en personalidad, autoestima, confianza. Claro que mejoró futbolísticamente. Muchísimo. Disfruto ir a verlo jugar. A él, y a sus amigos. Siempre tuvo la suerte de jugar en grandes equipos, con pibes que juegan de maravilla. Y, al ser amigos, en este clima de familia que se respira en el club, con profes que saben mucho y los quieren mucho, todo se potencia. Con ese delicado y difícil equilibrio entre querer ganar pero, a la vez, aprender, divertirse y disfrutar.
Todo esto recordaba y pensaba en estos días a partir de un video que, sorpresivamente, se viralizó. Es Nico pateando un tiro libre. Terrible golazo. Mucha técnica, pero también potencia. Con mucha humildad digo que no me sorprende. Pero el ángulo del video le sumó mucho. Enfocado desde atrás, por su tía, permite observar cada detalle. Le faltaron unos segundos, cuando se da vuelta y se lo dedica... ¿a la cámara?.
Lo compartí originalmente en Instagram, replicado en Facebook, y Twitter. Al rato me empezaron a llegar notificaciones. Likes, retuits... comentarios. En menos de dos días ya había 200 mil reproducciones y 20 mil likes. Me llegaban mensajes por privado de gente que conocía gente que yo no pero que le hablaban del video. Y algunas cuentas con muchos seguidores empezaron a postearlo. Y me llegaron pedidos de autorización de medios extrajeros. Y salió en ESPN y TyCSports. Y... Se me fue de las manos. Profes, delegados y padres de otros clubes narrando haberlo sufrido como rival. Un ex compañero mío del fútbol infantil, de los mejores de mi generación tal vez, comentando en las redes y enviándome audios alusivos. Muchas personas de mi edad reviviendo lo mismo que yo... esas épocas donde éramos tan felices compartiendo la vida con amigos mientras jugábamos a la pelota.
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