Agustín se levanta, se asea, se
viste, y se va a la escuela. Llega justo para el sonido del timbre que indica
que es el momento de formar. Todavía con sueño, casi como un zombie, se dirige
al lugar donde forma su curso todos los días. Una detrás del otro, casi se
amontonan, hacen silencio, escuchan Aurora mientras izan la bandera, palabras
del rector. Casi todo le suena igual.
En
el mismo estado de somnolencia se encamina hacia su aula. Llega, se acomoda, se
sienta. Entra el preceptor, se para, lo saluda, escucha tomar lista. Entra la
profesora, se para, saluda, se sienta, y sigue en silencio.
Con
el pasar del tiempo se va despabilando. Quiere conversar con algún compañero,
pero la docente lo reprende. Intenta escuchar. Se aburre. Saca el celular. Le
llaman la atención nuevamente, y lo esconde. Lo sigue usando, pero de manera
disimulada. La docente no puede darse cuenta ya que son más de treinta en el
aula. Y no es el único que se aburre. No es el único que ya no escucha. No es
el único que quiere hablar con sus compañeros. No es el único que usa el
celular.
Y
así pasa toda la mañana. Cada tanto hay un recreo que apenas le permite ir al
baño, estirar las piernas y comprar algo para comer o tomar. Con suerte.
Toca el último timbre de la
jornada: hora de ir a casa. En realidad, hora de salir. Se queda un rato dando
vueltas, con sus compañeros. No tiene apuro por ir a su casa. No suele haber
gente en su casa a esa hora. Y si la hay, nadie lo espera. No tiene ganas de
estudiar ni de hacer tarea. Pero finalmente llega a su casa.
Agustín
está sentado frente a su netbook. Está en Facebook, chateando con varios
amigos, mientras sube unas fotos. Una compañera le manda un mensaje por
whatsapp, avisándole que acaba de postear el link de un video que va a
gustarle. Presiona el enlace y es transportado directamente a YouTube para
verlo. Es un videoclip de su banda favorita. Sube el volumen. Le gusta una
frase de la canción. Googlea la letra para releerla. Y finalmente tuitea: “A leer cuanto se pueda y a escribir que ese
sea el ocio, que para el sistema cada ignorante es negocio”.
http://repensandoeducacion.blogspot.com.ar/2014/07/un-dia-en-la-vida-de-un-adolescente.html
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