En la última edición
dominical, la de más tirada, de los dos diarios más vendidos de
nuestro país (Clarín y La Nación) se publicaron artículos de
opinión contra el Papa Francisco. Algunos quisieron verlo en
contexto con la inminente visita a Perú y Chile, sin pasar por
Argentina, sin recibir al presidente Macri, con un encuentro previsto
con movimientos populares, con una visita al pueblo mapuche (enemigo
declarado del gobierno actual)... Sinceramente, no lo sé. Es una
posibilidad. De lo que no quedan dudas es que las palabras, los
gestos y las acciones del Papa Francisco le pegan una fuerte sacudida
a algunos.
Quien tenga oídos para oír, que oiga.
Ya
lo advertía el mismo Pontífice: "¡Cuántas
palabras se han vuelto molestas para este sistema! Molesta que se
hable de ética, molesta que se hable de solidaridad mundial, molesta
que se hable de distribución de los bienes, molesta que se hable de
preservar las fuentes de trabajo, molesta que se hable de la dignidad
de los débiles, molesta que se hable de un Dios que exige un
compromiso por la justicia"
(EG 203).
Una
de las notas lleva la firma de Jorge Fernández Díaz, columnista de
La Nación y conductor en Radio Mitre, quien hace un tiempo parece
decidio a convertirse, lamentablemente, en uno de los profetas del
odio. Este periodista y escritor armó un artículo de opinión
basado en un libro de Juan José Sebreli, un intelectual elitista,
autoconsiderado iluminado y no muy afín a lo popular. Con una mezcla
de imprecisiones, interpretaciones forzadas y destellos de
resentimiento se desarrolla el texto que pueden leer de primera mano:
“El intelectual que pone en jaque a Bergoglio"”.
El
otro artículo es de Ricardo Roa, editorialista de Clarín, y
reincide en la temática de si los amigos del Papa (antes Gustavo
Vera, hoy Juan Grabois) son voceros o no de su pensamiento. A esta
altura, aburren. Una opereta, un relato burdo, manipulado, asociando
conceptos y jugando con las posibles repercusiones en el lector. Lean
críticamente y saquen sus conclusiones: “¿Es Grabois el que habla o es el Papa?”.
Esos
escritos, potenciados en las redes por trolls (¿oficialistas?),
generaron la esperada respuesta de la Conferencia Episcopal
Argentina. A través de su Comisión Ejecutiva (con un perfil
evidentemente más cercano a las ideas del Pontífice que antes) se
emitió un comunicado titulado “Francisco, el Papa de todos”. Los
invito a leerlo completo.
Al
día siguiente aparece un nuevo comunicado eclesial, esta vez desde
el Equipo de Curas Villeros: “Los Pobres, la Iglesia, el Papa”.
En sintonía con todo lo que vienen publicando, comunicando, en estos
últimos diez años, y a la luz del magisterio de Francisco, nos
regalan una síntesis clave para releer todo aquello de lo que
venimos hablando en este artículo (y más).
Tanto
la Comisión ejecutiva del CEA como el Equipo de Curas Villeros,
seguramente cansados de la manipulación política/mediática,
decidieron comunicar directamente su posición en esta disputa.
Hablaron. Y fueron muy claros. Tenemos el privilegio, como
argentinos, de que la máxima autoridad de la Iglesia haya iniciado
su camino entre nosotros. Lo conocemos bien. Sabemos para dónde
rumbea. Y si no, es cuestión de leerlo, escucharlo. No dejemos que
otros nos lo cuenten. Francisco también habla claro, y vaya si lo
hace.
A
modo de colaboración, pero siempre remitiendo a las fuentes, les
dejo dos punteos con respecto al pensamiento del Papa Francisco:
Quien
tenga oídos para oír, que oiga.
Los Pobres, la
Iglesia, el Papa
Con cierta
perplejidad en este último tiempo leemos o escuchamos que la
Iglesia en general, y en especial el Papa, no quieren que los pobres
dejen de ser pobres, porque de esta manera se perdería lugar de
influencia. Por eso nos ha parecido conveniente decir una palabra
pública desde nuestro lugar, desde nuestra mirada.
Somos curas que
vivimos y/o trabajamos en villas y/o barrios populares. Somos curas
agradecidos de que los pobres nos hayan hecho un lugar entre ellos.
Nuestro modo de estar es la cercanía, la amistad, la oración y el
trabajo pastoral. En este sentido, nuestra opción comienza en el
trabajo y las obras.
La vida con los
pobres es una opción a la que fuertemente nos invita el Evangelio
de Jesús. Aquí no se trata solo de dar de comer a un pobre, sino
de considerarlo digno de participar en nuestra mesa. Es pasar de la
generosidad a la comunión. El Evangelio de Jesús es claro:
permanecer cerca del pueblo especialmente de aquellos que están
solos, débiles y necesitados. Ser su amigo, su hermana, su hermano,
hacernos prójimos, hacernos familia.La vida con los pobres nos ha
permitido valorar la cultura popular latinoamericana. Cultura que
opta por la vida y la libertad. Los vecinos y vecinas de nuestros
barrios tienen el anhelo de que su familia viva bien. Por eso, para
dar un ejemplo nomás, han pasado de la chapa y la madera a los
ladrillos y la loza, para así darles un futuro mejor a sus hijos y
nietos.
El Evangelio de
Jesús es concreto y la cultura popular también lo es, por eso a lo
largo de los años quisimos hacer nuestro aporte para que los
vecinos y vecinas vivan mejor. No solo hemos levantado capillas,
también escuelas, jardines comunitarios, clubes, centros barriales
para la atención de personas con problemáticas de adicción,
centros de formación profesional, oficinas de empleo, cooperativas
de trabajo, etc. Y esto se ha podido hacer con la colaboración de
muchos otros y de distintas maneras, buscando derribar muros y
tender puentes para una real integración urbana.
En ese sentido,
creemos que las reflexiones que se hacen sobre los pobres y las
organizaciones que intentan organizar comunidades y superar la
pobreza deben hacerse desde el conocimiento, la cercanía, el amor a
los pobres, pero sobre todo, desde una profunda conciencia de
igualdad. Porque sino esas reflexiones contribuyen a levantar muros
y a cavar grietas. Los muros y las grietas, que son el signo de
nuestro tiempo comienzan en la mirada de creerse distinto, de no
reconocerse iguales, hermanos.
Hoy se habla de
integración social y urbana y esto hay que entenderlo a nuestro
parecer bajo la categoría de encuentro. Esto es reconocer al
pueblo, que vive en nuestros barrios, como sujeto colectivo con su
cultura, su lenguaje, su modo de razonar, su ritmo, sus símbolos.
Esto no es populismo, es sencillamente respetar al otro como otro.
En este encuentro los barrios pobres recibirán mucho, pero debemos
reconocer que ellos ya aportan mucho. Por ejemplo, en la gran ciudad
aportan,junto a otros miles de mujeres y hombres, una fuerza
económica insustituible y dignificadora: el trabajo. Sobre todo en
la construcción de nuestras casas, la ropa que usamos, las frutas y
verduras que consumimos, incluso el cuidado de nuestros enfermos y
de nuestros mayores.
Históricamente
hemos pedido la presencia inteligente del Estado en los barrios
populares y hemos facilitado en lo que hemos podido su estar ahí.
De hecho hay dependencias del Estado que están junto a nuestras
capillas. Es el Estado el que tiene en sus manos las mejores
herramientas para esta integración social y urbana, que nuestros
vecinos anhelan. Y uno de los caminos concretos es la generación de
trabajo para los sectores populares. Donde el Estado no está
inteligentemente presente, aparecen las organizaciones criminales
que principalmente afectan la vida concreta de los vecinos de
nuestros barrios.
El Papa Francisco
siempre nos ha alentado a trabajar a favor de los más pobres.
Sabemos que en nuestro mundo de hoy su palabra es interpeladora y
para algunos molesta: “¡Cuántas palabras se han vuelto
molestas para este sistema! Molesta que se hable de ética, molesta
que se hable de solidaridad mundial, molesta que se hable de
distribución de los bienes, molesta que se hable de preservar las
fuentes de trabajo, molesta que se hable de la dignidad de los
débiles, molesta que se hable de un Dios que exige un compromiso
por la justicia”(EG Nº
203). Para nosotros,su ejemplo y su palabra son una
invitación renovada a estar al servicio de los más pobres y no de
nosotros mismos.
Que la Virgen de Luján
nos inspire los caminos para cuidar a nuestra Patria empezando por
los más pobres.
Equipo de Sacerdotes de Villas de Capital y Provincia
P. José María Di Paola: Villa La
Carcova, 13 de Julio y Villa Curita. Diócesis de San Martín.
Mons. Gustavo Carrara, P. Eduardo
Casabal, P. Ignacio Bagattini: Villa 1-11-14. Arquidiócesis deBuenos
Aires.
P. Lorenzo de Vedia, P. Carlos
Olivero, P. Gastón Colombres, Villa 21-24 y Zavaleta.
Arquidiócesisde Buenos Aires.
P. Guillermo Torre, P. José Luis
Lozzia: Villa 31. Arquidiócesis de Buenos Aires.
P. Domingo Rehin: Villa Lanzone,
Villa Costa Esperanza. Diócesis de San Martín.
Mons. Jorge García Cuerva: Villa
la Cava. Diócesis de San Isidro.-Obispo auxiliar electo Diócesis
Lomas de Zamora-
P. Basilicio Britez: Villa Palito.
Diócesis de San Justo.
P. Nicolás Angellotti: Puerta de
Hierro, San Petesburgo y 17 de Marzo. Diócesis de San Justo.
P. Sebastián Sury, P. Damián
Reynoso: Villa 15. Arquidiócesis de Buenos Aires.
P. Rodrigo Valdez: Villa Playon de
Chacarita. Arquidiócesis de Buenos Aires.
P. Martín Carroza y P. Sebastián
Risso. Villa Cildañez. Arquidiócesis de Buenos Aires.
P. Pedro Baya Casal, P. Adrián
Bennardis: Villa 3 y del Barrio Ramón Carrillo. Arquidiócesis
deBuenos Aires.
P. Juan Isasmendi, P. Joaquín
Giangreco: Villa Trujuy. Diócesis Merlo-Moreno.
P. Nibaldo Leal: V. Ballester.
Diócesis de San Martin.
Carlos Morena, Ángel Tissot,
Mario Romanín, Alejandro León, Juan Carlos Romanín:
Salesianos.Villa Itatí. Don Bosco.
P. Hernán Cruz Martín: Barrio
Don Orione - Claypole. Obra Don Orione.
P. Antonio Mario Ghisaura: Villa
Tranquila. Diócesis Avellaneda- Lanús.
P. Alejandro Seijo: Villa Rodrigo
Bueno. Arquidiócesis de Buenos Aires.
P. AndresTocalini: Villa los
Piletones. Arquidiócesis de Buenos Aires.
P. Omar Mazza: Villa Inta.
Arquidiócesis de Buenos Aires.
P. Dante Delia: Barrio la Loma de
Roca. Diócesis de San Isidro.
P. Franco Punturo: Villa 20.
Arquidiócesis de Buenos Aires.
P. Roberto Ferrari: Bajo Boulogne.
Diócesis de San Isidro.
P. Aníbal Filippini: Párroco
emérito del Bajo Boulogne. Diócesis de San Isidro.
11
de enero de 2018
Francisco,
el Papa de todos
Los argentinos tenemos un enorme privilegio, hace ya
casi cinco años un hermano nuestro ha sido elegido Papa, es decir,
la máxima autoridad de la Iglesia en el mundo; para los cristianos,
vicario de Cristo en la tierra. Desde aquel momento nuestro querido
Papa Francisco adquirió en todos los países un prestigio y un apoyo
crecientes, y hoy es en un referente global incuestionable para la
inmensa mayoría de los cristianos y personas de buena voluntad.
En nuestro país, gran parte de los medios de
comunicación han puesto más la atención en hechos menores e
incluso han identificado al Papa con determinadas figuras políticas
o sociales. Algunos de ellos han sido claros afirmando que no
representan ni pretenden representar al Papa ni a la Iglesia. Sin
embargo, esta constante asociación ha generado muchas confusiones y
justificado lamentables tergiversaciones de su figura y sus palabras
que llegan incluso a la injuria y la difamación.
La inmensa mayoría del pueblo argentino ama al Papa
Francisco, no se deja confundir por quienes pretenden utilizarlo, sea
pretendiendo representarlo, sea atribuyéndole posiciones imaginarias
en función de sus propios intereses sectoriales. El pueblo sencillo
quiere escuchar las enseñanzas del Santo Padre, y lo reconoce por su
lenguaje claro y llano.
Acompañar a los movimientos populares en su lucha
por la tierra, techo y trabajo es una tarea que la Iglesia ha
realizado siempre y que el propio Papa promueve abiertamente,
invitándonos a prestar nuestras voces a las causas de los más
débiles y excluidos. Esto no implica de ninguna manera que se le
atribuyan a él sus posiciones o acciones, sean estas correctas o
erróneas.
Por ello, en vísperas a su próxima visita a los
pueblos hermanos de Chile y Perú, queremos reiterar que el Papa
Francisco se expresa en sus gestos y palabras de padre y pastor, y a
través de los voceros formalmente designados por él. Nadie ha
hablado ni puede hablar en nombre del Papa. Su aporte a la realidad
de nuestro país hay que encontrarlo en su abundante magisterio y en
sus actitudes como pastor, no en interpretaciones tendenciosas y
parciales que sólo agrandan la división entre los argentinos.
Deseamos ardientemente que el Papa Francisco sea
valorado y escuchado como él se merece y como nos lo merecemos todos
los argentinos.
Que la Virgen de Luján nos ayude a construir como
hermanos nuestra Patria
Buenos Aires, 10 de enero de 2018
Comisión
Ejecutiva
Conferencia Episcopal Argentina