sábado, 1 de enero de 2005

Cromañón y el Misterio del Dolor

La noticia nos golpeó a todos. Apenas si salíamos a flote del maremoto asiático que ya nos estábamos asfixiando en Once. Este fin de año nos dejó malheridos, con suerte, si no es que muertos. La tragedia del maremoto nos impactó, pero 150.000 asiáticos no igualan a un amigo, un hermano, un hijo. Como escribió recientemente S. Kovadloff: “Los muertos no se suman ni se restan. Los muertos son siempre incalculables. Sólo el dolor y la desesperación y el amoroso recuerdo pueden ponderarlos”.
T. Adorno decía que ya no se podía escribir después de Auschwitz... ¿cómo hacerlo después de República de Cromagnon?. ¿Qué escribir?. ¿A quién?. ¿Para qué?. Ante tanto dolor muchas veces debemos callar. Pero otras no. Mucho se dijo y se escribió sobre esta tragedia. Escuchamos y leímos a muchos periodistas, por lo que ya es hora de sentarse a pensar en serio.
Horrorizado escuché algunos comentarios que decían “y bueno, algunos drogadictos menos”. Increíble. Otro decían “¿por qué a X si él no se drogaba, no andaba en la joda, era buenito?” dando a entender, al mejor estilo Blumberg, que los demás se lo merecían o al menos no importaban tanto. Dejando de lado estas posturas indignantes comencemos nuestra reflexión.
Mi pregunta inicial es ¿qué decirle a las víctimas y sus seres queridos (que también son víctimas)?. Nada puede hacerles evitar el dolor. Hay que escucharlos pero no por ser noticia sino para poder ayudarlos. No entienden cómo pasó lo que pasó. No comprenden porqué a ellos, a sus amigos, a sus familiares. Ni siquiera la condena a los culpables (empresarios y gobierno) apagará su sufrimiento.
Muchos se preguntan el porqué pero sin esperar respuesta. Aquí el silencio es el mejor consejero. Pero hay otros que esperan algo más, esperan justicia. Pero tampoco termina ahí. Necesitan una palabra de esperanza. Necesitan una Palabra.
Me causa rechazo hablar de Dios en estas ocasiones. Pienso que en medio del dolor la gente no quiere escuchar las repetidas frases de “ahora está en el cielo” o “Dios se lo llevó para que no sufra”. ¿Qué sabemos nosotros?. ¿Lo decimos solamente para dejarlos tranquilos o porque creemos eso?. Hay que tener mucho cuidado en qué decimos, cuándo lo decimos, cómo lo decimos y a quién se lo decimos.
Estas situaciones límite, dice K. Jaspers, son disparadores filosóficos y cifras de la Trascendencia. Nos llevan a pensar y a pensar en Dios. Conozco a varias personas que estuvieron en ese recital, una de las cuales ya no está más. Recuerdo a Lucas, pienso en Vero, en Matías... y duele. Duele mucho. Pienso en ellos y no logro comprender. ¿Dónde estaba Dios en ese momento?. ¿Cuál era/es su Voluntad?.
Cierto día, en clase con 2º año, estábamos charlando sobre las imágenes de Dios. Dejar a Dios ser Dios, la Providencia, la libertad humana, el Amor, el mal en el mundo... y una alumna comentó: “No vale. Si es bueno es porque Dios lo creó así y lo quiere así. Si es malo es por culpa del hombre. Así cualquiera...”.
¿Por qué sucedió esta tragedia?. Por culpa del hombre. No hay duda. Empresarios inescrupulosos que, por ganar dinero, no cumplen con las medidas de seguridad. Funcionarios que, por coima o inoperancia, no realizan los controles debidos. Jóvenes que, por imprudencia y sin quererlo, terminan incendiando un boliche. Mientras tanto, ¿Dios quiso que esto sucediera?. Revisemos respuestas.
“Su alma era agradable al Señor, por eso, Él se apresuró a sacarlo de en medio de la maldad” (Sab 4, 14). Es una respuesta posible pero me deja varios interrogantes. ¿Por qué a este sí y a aquel otro no?. ¿Por qué ahora y no antes o después?. ¿Por qué de esta manera y no de otra?. Dejemos planteadas las preguntas y sigamos ensayando respuestas.
“Dios no quiere el mal pero lo permite porque respeta la libertad del hombre”. Respuesta de catecismo y demasiado lógica para ser verdad. Aquí se busca salvar la Bondad de Dios y su Omnipotencia. Doy por supuesto que Dios ama profundamente a los hombres y quiere lo mejor para ellos. Entonces, ¿por qué permite estas tragedias?. Para mí, permitir es ser cómplice. Permitir algo que puedo evitar es, en cierta forma, favorecer que suceda. ¿Dios es cómplice de esta tragedia?. No lo creo. Entonces, ¿no es todopoderoso?. Prefiero un Dios que no pueda todo a un Dios cómplice del mal. Me quedo en la incertidumbre.
¿Qué decir de aquellos que dicen haber sido salvados por un milagro?. Responder que fue un bombero o alguna otra persona no impide creer que hayan sido instrumentos de Dios. Nada impide que la Providencia de Dios se encuentre detrás de estos hechos. Aunque se nos presenta una dificultad al ver que algunos sí murieron o están graves. ¿Por qué a unos sí y a otros no?. ¿Por qué es cómplice del mal por un lado y luego interviene milagrosamente para salvar a otros?.
Aquí (y desde el comienzo del escrito) se hace necesario aclarar que estamos frente al Misterio. G. Marcel distingue problema de misterio. En el misterio se está, mientras que con el problema uno se encuentra; el misterio no se suprime, mientras que un problema es resoluble por definición. Basta con conocer los datos que lo plantean, el problema tiene solución; y una vez resuelto, ya no existe. En el misterio cabe ahondar, pero no eliminarlo. Un problema se puede resolver con la sola luz natural de la razón, un misterio no. Como decía un profesor mío, estamos frente al misterio espiando por la cerradura. No hay respuestas preestablecidas. Cada caso es cada caso, y cada persona es cada persona. Hay un Sueño de Dios para cada uno que sólo Él conoce y nosotros intentamos ir viviendo. Dios es Amor y dispone todas las cosas para nuestro bien. ¿Cómo?. No sabemos. Si fuese evidente no necesitaríamos la fe. Por eso...
Creo en un Jesús Señor de la Historia que metió la historia de los hombres en la Trinidad, haciéndola Historia de Salvación. No entiendo, pero creo. Cuestiono, me quejo y llego a insultar, pero creo. Me indigno y exijo, pero creo. No me gusta decir que Dios saca bien del mal, pero creo en Él. Mientras, libremente y con Su Gracia, intentaré que nuestra historia se asemeje a la Historia.

Jesús, Señor de la Historia,
vos que sos la Palabra,
hablale al oído de las víctimas para que se sientan amados
vos que sos la Luz,
iluminá el corazón de las víctimas para que no desesperen
vos que sos la Vida,
dales valor y fortaleza a las víctimas para que no desfallezcan
Amén.

Y para terminar, un cuentito:

Cuando yo era pequeño, mi mamá solía coser mucho. Yo me sentaba cerca de ella y le preguntaba qué estaba haciendo. Ella me respondía que estaba bordando. Yo observaba el trabajo de mi mamá desde una posición más baja que donde estaba sentada ella, así que siempre me quejaba diciéndole que desde mi punto de vista lo que estaba haciendo me parecía muy confuso.
Ella me sonreía, miraba hacia abajo y gentilmente me decía: "Hijo, ve afuera a jugar un rato y cuando haya terminado mi bordado te pondré sobre mi regazo y te dejaré verlo desde mi posición". Me preguntaba por qué ella usaba algunos hilos de colores oscuros y por qué me parecían tan desordenados desde donde yo estaba.
Unos minutos más tarde escuchaba la voz de mi mamá diciéndome: "Hijo, ven y siéntate en mi regazo". Yo lo hacía de inmediato y me sorprendía y emocionaba al ver la hermosa flor o el bello atardecer en el bordado. No podía creerlo; desde abajo se veía tan confuso. Entonces mi mamá me decía: "Hijo mío, desde abajo se veía confuso y desordenado, pero no te dabas cuenta de que había un plan arriba. Había un diseño, sólo lo estaba siguiendo. Ahora míralo desde mi posición y sabrás lo que estaba haciendo".
Muchas veces a lo largo de los años he mirado al Cielo y he dicho: "Padre, ¿qué estás haciendo?". El responde: "Estoy bordando tu vida". Entonces yo le replico: "Pero se ve tan confuso, es un desorden. Los hilos parecen tan oscuros, ¿porqué no son más brillantes?". El Padre parece decirme: "Mi niño, ocúpate de tu trabajo, yo estoy haciendo el mío y un día te traeré al cielo y te pondré sobre mi regazo y verás el plan desde mi posición. Entonces entenderás...".