EEUU eligió presidente: Donald Trump. Un empresario multimillonario, un
outsider de la política (o antipolítico), grotesco, misógino, xenófobo, es
presidente de la potencia mundial. ¿Lo hubieses votado?.
Es una expresión más de este clima epocal donde las sociedades se
cansaron de la política. Y se cansaron de la política porque se cansaron de los
políticos. Y se cansaron de los políticos, en gran parte, por culpa de los
mismos políticos. Se convirtieron en una casta, una elite, una clase dirigente
alejada del pueblo, que ya no representa a nadie, que defiende sus privilegios
y vive cada vez mejor mientras una mayoría vive cada vez peor.
Donald Trump expresó la necesidad de un cambio. Hay cierto discurso antisistema
(anticorrupción también), porque no se puede seguir así. En Grecia y España,
con Syriza y Podemos, también se expresó esa voluntad de cambio pero desde otra
mirada. Sin embargo son la excepción ya que mayormente, a nivel mundial, este
descontento se vehiculiza en propuestas que se suelen llamar, simplificando tal
vez demasiado, “conservadurismo de derecha”...
Pero no podemos desconocer la voluntad popular. El Pueblo, o al menos
los que fueron a votar, millones de personas, y de acuerdo al sistema electoral
de su país, llevaron a que Trump sea presidente (o, de mínima, que no lo sea
Hillary Clinton). Y los que no fueron, de mínima, no estaban preocupados por el
resultado, sea cual fuese.
Algunos, decididamente, votaron contra Hillary Clinton. La misma de
siempre. La primera dama, la secretaria de estado, la candidata, y la que
quería ser presidenta. La que pertenece a la casta, a la elite, al statu quo.
(También es la que orquestó una guerra civil en Siria en beneficio de Israel,
entre tantas otras cosas, según se lee en sus correos electrónicos filtrados
por wikileaks). ¿Qué hubiese pasado si el candidato demócrata era Bernie
Sanders?.
Otros, sin embargo, votaron a favor de Trump. Una cantidad interesante
porque se veían reflejados en sus propuestas contra los inmigrantes, contra los
musulmanes, a favor de la tortura… Pero hay más. Ignacio Ramonet nos ayuda
entender…
El éxito de Donald Trump ( como el ‘Brexit’ en el
Reino Unido, o la victoria del ‘no’ en Colombia ) significa primero una nueva
estrepitosa derrota de los grandes medios dominantes y de los institutos de
sondeo y de las encuestas de opinión. Pero significa también que toda la
arquitectura mundial, establecida al final de la Segunda Guerra
Mundial, se ve ahora trastocada y se derrumba. Los naipes de la geopolítica se
van a barajar de nuevo. Otra partida empieza. Entramos en una era nueva cuyo
rasgo determinante es lo ‘desconocido’. Ahora todo puede ocurrir.
¿Cómo consiguió Trump invertir una
tendencia que lo daba perdedor y lograr imponerse en la recta final de la
campaña ? Este personaje atípico, con sus propuestas grotescas y sus ideas
sensacionalistas, ya había desbaratado hasta ahora todos los pronósticos.
Frente a pesos pesados como Jeb Bush, Marco Rubio o Ted Cruz, que contaban
además con el resuelto apoyo del establishment republicano, muy pocos lo veían
imponerse en las primarias del Partido Republicano, y sin embargo carbonizó a
sus adversarios, reduciéndolos a cenizas.
Hay que entender que desde la
crisis financiera de 2008 (de la que aún no hemos salido) ya nada es igual en
ninguna parte. Los ciudadanos están profundamente desencantados. La propia
democracia, como modelo, ha perdido credibilidad. Los sistemas políticos han
sido sacudidos hasta las raíces. En Europa, por ejemplo, se han multiplicado
los terremotos electorales (entre ellos, el Brexit). Los grandes partidos
tradicionales están en crisis. Y en todas partes percibimos subidas de
formaciones de extrema derecha (en Francia, en Austria y en los países
nórdicos) o de partidos antisistema y anticorrupción (Italia, España). El
paisaje político aparece radicalmente transformado.
Ese fenómeno ha llegado a Estados
Unidos, un país que ya conoció, en 2010, una ola populista devastadora,
encarnada entonces por el Tea Party. La irrupción del multimillonario Donald
Trump en la Casa Blanca
prolonga aquello y constituye una revolución electoral que ningún analista supo
prever. Aunque pervive, en apariencias, la vieja bicefalia entre demócratas y
republicanos, la victoria de un candidato tan heterodoxo como Trump constituye
un verdadero seísmo. Su estilo directo, populachero, y su mensaje maniqueo y
reduccionista, apelando a los bajos instintos de ciertos sectores de la
sociedad, muy distinto del tono habitual de los políticos estadounidenses, le
ha conferido un carácter de autenticidad a ojos del sector más decepcionado del
electorado de la derecha. Para muchos electores irritados por lo «
políticamente correcto », que creen que ya no se puede decir lo que se piensa
so pena de ser acusado de racista, la « palabra libre » de Trump sobre los
latinos, los inmigrantes o los musulmanes es percibida como un auténtico
desahogo.
A ese respecto, el candidato
republicano ha sabido interpretar lo que podríamos llamar la « rebelión de las
bases ». Mejor que nadie, percibió la fractura cada vez más amplia entre las
élites políticas, económicas, intelectuales y mediáticas, por una parte, y la
base del electorado conservador, por la otra. Su discurso violentamente
anti-Washington y anti-Wall Street sedujo, en particular, a los electores
blancos, poco cultos, y empobrecidos por los efectos de la globalización
económica.
Hay que precisar que el mensaje de
Trump no es semejante al de un partido neofascista europeo. No es un
ultraderechista convencional. Él mismo se define como un «conservador con
sentido común» y su posición, en el abanico de la política, se situaría más
exactamente a la derecha de la derecha. Empresario multimillonario y estrella
archipopular de la telerrealidad, Trump no es un antisistema, ni obviamente un
revolucionario. No censura el modelo político en sí, sino a los políticos que
lo han estado piloteando. Su discurso es emocional y espontáneo. Apela a los
instintos, a las tripas, no a lo cerebral, ni a la razón. Habla para esa parte
del pueblo estadounidense entre la cual ha empezado a cundir el desánimo y el
descontento. Se dirige a la gente que está cansada de la vieja política, de la
« casta ». Y promete inyectar honestidad en el sistema ; renovar nombres,
rostros y actitudes.
Los medios han dado gran difusión
a algunas de sus declaraciones y propuestas más odiosas, patafísicas o
ubuescas. Recordemos, por ejemplo, su afirmación de que todos los inmigrantes
ilegales mexicanos son “corruptos, delincuentes y violadores”. O su proyecto de
expulsar a los 11 millones de inmigrantes ilegales latinos a quienes quiere
meter en autobuses y expulsar del país, mandándoles a México. O su propuesta,
inspirada en « Juego de Tronos », de construir un muro fronterizo de 3.145 kilómetros a
lo largo de valles, montañas y desiertos, para impedir la entrada de
inmigrantes latinoamericanos y cuyo presupuesto de 21 mil millones de dólares
sería financiado por el gobierno de México. En ese mismo orden de ideas :
también anunció que prohibiría la entrada a todos los inmigrantes musulmanes…Y
atacó con vehemencia a los padres de un militar estadounidense de confesión
musulmana, Humayun Khan, muerto en combate en 2004, en Irak.
También su afirmación de que el
matrimonio tradicional, formado por un hombre y una mujer, es “la base de una
sociedad libre”, y su critica de la decisión del Tribunal Supremo de considerar
que el matrimonio entre personas del mismo sexo es un derecho constitucional.
Trump apoya las llamadas “leyes de libertad religiosa”, impulsadas por los
conservadores en varios Estados, para denegar servicios a las personas LGTB.
Sin olvidar sus declaraciones sobre el “engaño” del cambio climático que, según
Trump, es un concepto “creado por y para los chinos, para hacer que el sector
manufacturero estadounidense pierda competitividad”.
Este catálogo de necedades
horripilantes y detestables ha sido, repito, masivamente difundido por los
medios dominantes no solo en Estados Unidos sino en el resto del mundo. Y la
principal pregunta que mucha gente se hacía era : ¿ cómo es posible que un personaje
con tan lamentables ideas consiga una audiencia tan considerable entre los
electores estadounidenses que, obviamente, no pueden estar todos lobotomizados
? Algo no cuadraba.
Para responder a esa pregunta
tuvimos que hendir la muralla informativa y analizar más de cerca el programa
completo del candidato republicano y descubrir los siete puntos fundamentales
que defiende, silenciados por los grandes medios.
1) Los periodistas no le perdonan,
en primer lugar, que ataque de frente al poder mediático. Le reprochan que
constantemente anime al público en sus mítines a abuchear a los “deshonestos”
medios. Trump suele afirmar: «No estoy compitiendo contra Hillary Clinton,
estoy compitiendo contra los corruptos medios de comunicación » . En un tweet
reciente, por ejemplo, escribió : «Si los repugnantes y corruptos medios me
cubrieran de forma honesta y no inyectaran significados falsos a las palabras
que digo, estaría ganando a Hillary por un 20%.
Por considerar injusta o sesgada
la cobertura mediática, el candidato republicano no dudó en retirar las
credenciales de prensa para cubrir sus actos de campaña a varios medios
importantes, entre otros : The Washington Post, Político, Huffington Post y
BuzzFeed. Y hasta se ha atrevido a atacar a Fox News, la gran cadena del
derechismo panfletario, a pesar de que lo apoya a fondo como candidato favorito…
2) Otra razón por la que los
grandes medios atacaron con saña a Trump es porque denuncia la globalización
económica, convencido de que ésta ha acabado con la clase media. Según él, la
economía globalizada está fallando cada vez a más gente, y recuerda que, en los
últimos quince años, en Estados Unidos, más de 60.000 fábricas tuvieron que
cerrar y casi cinco millones de empleos industriales bien pagados desaparecieron.
3) Es un ferviente proteccionista. Propone aumentar
las tasas sobre todos los productos importados. «Vamos a recuperar el control
del país, haremos que Estados Unidos vuelva a ser un gran país. », suele
afirmar, retomando su eslogan de campaña.
Partidario del Brexit, Donald
Trump ha desvelado que, una vez elegido presidente, tratará de sacar a EE.UU.
del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA por sus siglas en
inglés). También arremetió contra el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP
por sus siglas en inglés), y aseguró que, de alcanzar la Presidencia, sacará al
país del mismo : « El TPP sería un golpe mortal para la industria manufacturera
de Estados Unidos. »
En regiones como el rust belt, el
«cinturón del óxido» del noreste, donde las deslocalizaciones y el cierre de
fábricas manufactureras dejaron altos niveles de desempleo y de pobreza, este
mensaje de Trump está calando hondo.
4) Así como su rechazo de los
recortes neoliberales en materia de seguridad social. Muchos electores
republicanos, víctimas de la crisis económica del 2008 o que tienen más de 65
años, necesitan beneficiarse de la Social Security (jubilación) y del Medicare
(seguro de salud) que desarrolló el presidente Barack Obama y que otros líderes
republicanos desean suprimir. Tump ha prometido no tocar a estos avances
sociales, bajar el precio de los medicamentos, ayudar a resolver los problemas
de los «sin techo», reformar la fiscalidad de los pequeños contribuyentes y
suprimir el impuesto federal que afecta a 73 millones de hogares modestos.
5) Contra la arrogancia de Wall
Street, Trump propone aumentar significativamente los impuestos de los
corredores de hedge funds que ganan fortunas, y apoya el restablecimiento de la Ley Glass-Steagall.
Aprobada en 1933, en plena Depresión, esta ley separó la banca tradicional de
la banca de inversiones con el objetivo de evitar que la primera pudiera hacer
inversiones de alto riesgo. Obviamente, todo el sector financiero se opone
absolutamente al restablecimiento de esta medida.
6) En política internacional,
Trump quiere establecer una alianza con Rusia para combatir con eficacia a la Organización Estado
islámico (ISIS por sus siglas en inglés). Aunque para ello Washington tenga que
reconocer la anexión de Crimea por Moscú.
7) Trump estima que con su enorme
deuda soberana, los Estados Unidos ya no disponen de los recursos necesarios
para conducir una política extranjera intervencionista indiscriminada. Ya no
pueden imponen la paz a cualquier precio. En contradicción con varios caciques
de su partido, y como consecuencia lógica del final de la guerra fría, quiere
cambiar la OTAN
: « No habrá nunca más garantía de una protección automática de los Estados
Unidos para los países de la
OTAN. »
Todas estas propuestas no
invalidan en absoluto las inaceptables, odiosas y a veces nauseabundas
declaraciones del candidato republicano difundidas a bombo y platillo por los
grandes medios dominantes. Pero sí explican mejor el por qué de su éxito.
En 1980, la inesperada victoria de
Ronald Reagan a la presidencia de Estados Unidos había hecho entrar el planeta
en un Ciclo de cuarenta años de neoliberalismo y de globalización financiera.
La victoria hoy de Donald Trump puede hacernos entrar en un nuevo Ciclo
geopolítico cuya peligrosa característica ideológica principal –que vemos
surgir por todas partes y en particular en Francia con Marine Le Pen – es el
‘autoritarismo identitario’. Un mundo se derrumba pues, y da vértigo.
1 comentario:
Muy interesante. Es indiscutible que este análisis ayuda a entender el fenomeno Trump
Publicar un comentario