domingo, 24 de abril de 2016

Hablemos de consumo y de cuidado...



Cinco muertos. Otros tantos internados. Pasó Time Warp, la Fiesta Electrónica de Costa Salguero, y se instaló en los medios durante una semana con más fuerza que los Panamá Papers y la Ruta del Dinero K. Y nos cansamos de escuchar sobre Éxtasis y Superman, y saturamos con interminables debates sobre el rol de la música y la legislación vigente.
Muchos comunicadores, ingenuamente o con mala intención, intentaron centrar el debate en “la droga” y los adolescentes/jóvenes. Tengo presente el texto de Alfredo Leuco donde afirma que la droga mata a los jóvenes, los esclaviza, les quema la cabeza… Sobre estas apreciaciones, cuatro comentarios:
-       Hay que cuestionar ese concepto de droga. El mate, el café, el alcohol, el tabaco, los medicamentos también son drogas y muchas veces no son considerados al expresarse de esa manera. De hecho, Leuco titula su artículo diciendo que “no hay droga buena” cuando suele cerrar el programa que tiene en TN tomando un fernet con su hijo. La droga mata, la droga cura o ninguna de las dos cosas. Hay drogas legales e ilegales, lo que incluso ha ido cambiando con el tiempo
-      Es un error hacer de la sustancia el sujeto de la situación. Se demoniza a “la droga” y se le da una entidad casi mágica, un poder, que en sí no tiene. Esto coloca al sujeto en un lugar pasivo y casi irresponsable ante lo que sucede. Y obtura las preguntas, por ejemplo: ¿por qué alguien, un sujeto, consume una sustancia?.
-         Pareciera que busca prevenir a través del miedo, implantando el temor. Si bien no hay que descartar la prevención específica, y tener información suele ser mejor que no tenerla, el éxito de esta estrategia es discutible. ¿Cuánta gente fuma tabaco pese a saber que puede causar cáncer de pulmón?. Y algo más: si decimos “la droga mata” y el consumidor conoce gente que se droga y no se muere, pierde fuerza nuestro mensaje. Y si mentimos o exageramos en este apartado, ¿por qué creernos en otras cosas que digamos?
-         Por último, pareciera que solo consumen sustancias psicoactivas los adolescentes y jóvenes. Esa es la percepción social generada, ¿reproducida?, instalada desde los medios. Pero sabemos que en Costa Salguero había personas de 50 años, tanto como que hay padres que se fuman un porro con sus hijos, o muchos adultos que consumen psicofármacos (con o sin prescripción médica).

 
 
Cuando irrumpen estos temas en la opinión pública, sea por la razón que fuese, me gusta escuchar qué tienen para decir los pibes. Siempre recuerdo ese fragmento del documental “Bowling for Columbine”, cuando Michael Moore va a entrevistar a Marilyn Manson, a quien se lo consideraba responsable de la masacre porque los alumnos que dispararon escuchaban su música. Se dio el siguiente diálogo:
Michael Moore: "Si pudieras hablar directamente con los chicos del Columbine o de esa comunidad… ¿Qué les dirías si estuvieran aquí?"
Marilyn Manson: "No les diría una sola palabra, escucharía lo que ellos tiene que decir, que eso es lo que no ha hecho nadie"
            Los pibes están muy enojados con lo sucedido y el tratamiento mediático. Un número significativo considera que es total responsabilidad de los que murieron ya que sabían los riesgos de lo que hacían. Otros dicen que hay mucho caretaje, ya que esto no es nuevo y recién aparece como tema que le preocupa al mundo adulto. Y algunos se indignan porque solo se habla de estas muertes y estas drogas, cuando es un problema diario con el que ellos conviven en el barrio, en la plaza, en la esquina, en la escuela. Y más allá de poder poner en cuestión estas miradas, tenemos que asumir que son sus miradas. La vida se recibe como viene, y a partir de ahí tenemos que trabajar.
            Por eso es importante hacer algunas aclaraciones. En vez de hablar de “drogas” o “adicciones”, sería bueno que hagamos referencia al “consumo problemático de sustancias”. Hay uso, abuso y dependencia (siendo la adicción solo este tercer momento), pudiendo convertirse en consumo problemático en cualquiera de los tres casos (tomar dos vasos de vino y salir a manejar puede ser un uso problemático de sustancias). Porque el consumo es problemático cuando se ve afectada al menos un área vital de la persona como puede ser su trabajo, su vida social, su pareja, la escuela, la familia, sus amigos o su relación con la comunidad en general. Y eso es lo que nos tiene que preocupar: cuando el consumo se convierte, o se puede convertir, en problemático.
            Estamos ante un fenómeno multicausal y pluridimensional, tanto en su conformación como en sus manifestaciones. Este entramado obliga a hacer lecturas complejas y pensar la prevención desde estrategias de abordajes integrales, creativos y particulares a cada situación. Hablar de “delincuentes” o “criminales”, o de “enfermos”, o de “víctimas del sistema social”, es simplificar y responde a modelos perimidos.
Hoy se promueve un Modelo Multidimensional de abordaje que considera el consumo como un proceso en el que interjuegan la sustancia (elemento material), los procesos individuales del sujeto (su posición en relación con la sustancia) y la organización social en que se produce el vínculo de los dos elementos anteriores, incluyendo las dimensiones política y cultural. Se analizan los factores de riesgo y de protección como condicionantes que pueden, aunque no necesariamente, incidir en el consumo. La prevención no es una “lucha contra”, ni un “sacarlos de la calle, de la esquina”, sino que se buscan promover espacios creativos, generar oportunidades de proyectarse, de soñar. Se lo plantea por la afirmativa.

            Vivimos en una sociedad consumista que nos impone el consumo como solución a todo. ¿Te sentís vacío?. Comprate ropa. ¿Estás aburrido?. Usá el celular o la PlayStation. ¿Te sentís sin fuerzas? Tomá Yogurísimo. ¿Estás deprimido o no podés dormir?. Tomate esta pastillita. El Mercado siempre nos ofrece algo para consumir y que tape nuestra angustia, algo que parezca resolver nuestro conflicto. Nos generan insatisfacción para consumir, y alguien siempre gana. Por eso detrás de Costa Salguero, pero también detrás del narcotráfico en general, o del consumo de paco, o de lo que sea, hay intereses políticos y económicos, hay personas que se ven beneficiadas, que siempre ganan y nunca pierden.
Antes, drogarse estaba asociado con aquellos que se rebelaban contra el sistema (o al menos uno de tantos sectores anti-sistema), más allá de nuestro juicio moral. Hoy, ser un consumidor de sustancias parece ser una necesidad para adaptarse al sistema o, al menos, es una de las tantas maneras de ser funcional al sistema.
            Frente a esto, o en medio de todo esto, necesitamos volver a pensar y repensar en políticas de cuidado: cuidarme, cuidar al otro, cuidarnos entre todos.


 Y en este marco, en clave de seguir pensando juntos, de seguir compartiendo perplejidades, les comparto otro texto que escribí sobre el tema: “Prevención del Consumo Problemático de Sustancias en la Escuela Secundaria”.