El matrimonio civil entre personas del mismo sexo está prohibido en nuestro país según se desprende del Código Civil, y es lo que se pretende modificar con el proyecto que se está debatiendo actualmente en la Cámara de Senadores.
En mi primer escrito sobre el tema hice un compilado de las afirmaciones realizadas por algunos especialistas en la temática. En esta segunda exposición pretendo ir al meollo de la cuestión y dejar para futuros artículos el análisis de los argumentos más utilizados, tanto a favor como en contra, incluyendo todos sus matices.
La discusión de fondo, según mi humilde entender, es filosófica.
Si una persona cree en Dios, y está convencida que Dios quiere que el matrimonio sea entre personas de sexo diferente, evidentemente esa persona se va a oponer al proyecto en cuestión. Este argumento es religioso, pero tiene una versión laica: la ley divina se refleja en la ley natural. No está de más aclarar que quien cree realmente esto, de corazón, hace bien al obrar en consecuencia y oponerse al proyecto. Estas personas están convencidas que Dios quiere lo mejor para todos, y no solamente para ellos, y por ello quieren que se vea reflejada esta posición en la ley civil. Es una discusión que va más allá de la separación entre Iglesia y Estado, y el matrimonio como sacramento. Es su convicción, su creencia, y tienen todo el derecho a expresarse, y solicitar que se represente su posicionamiento. Quienes acusan a este grupo, por decirlo de alguna manera, de querer imponer su postura para todos, jamás podrán evitar caer en lo mismo. Toda ley es una imposición para todos, sea porque prohíbe o porque permite.
Pero dejemos de lado toda referencia religiosa. Vayamos a la llamada ley natural. Según esta posición, habría un orden natural. No sólo eso, sino que ese orden natural es cognoscible por el ser humano, al parecer de forma evidente, con intérpretes autorizados, y contrariar esa ley natural implica un mal para la humanidad. Como vemos hay muchos supuestos, y vendrán muchos más que es preciso explicitar. Según esa ley u orden el matrimonio es una institución natural, y lo es solamente entre varón y mujer, entre dos personas de sexo diferente, una con uno, fielmente, para siempre, y con el fin de transmitir y cuida la vida. Esta exigencia de la naturaleza debe ser tutelada jurídicamente. Quien crea todo esto, el paquete completo, no puede aceptar jamás que se puedan casar personas del mismo sexo, ni siquiera civilmente. Y es coherente y lógico.
Por lo dicho en los párrafos precedentes es que sostengo que la discusión de fondo es filosófica. Si se demuestran todos los supuestos enunciados que se atribuyen a una ley natural no queda mucho margen para discutir. Ahora, si esa ley natural no existe, o no es cognoscible por el ser humano, o no es tan evidente, o se cuestionan los intérpretes autorizados, o contrariarla no implica un mal, o no incluye ninguno de los supuestos enumerados sobre el matrimonio, el debate se abre.
Los que se paran en la vereda de aquellos que piensan que la homosexualidad es un pecado y/o algo malo y/o una desviación y/o algo anormal y/o una patología y/o una enfermedad, siempre se van a oponer a un proyecto como éste. Yo, gracias a Dios, ya no camino por esa vereda…
Personalmente no creo en la existencia de esta supuesta ley natural tal como se la describe. Y a partir de esta decisión fundante hay que empezar a pensar, dialogar, escuchar, compartir, intercambiar, analizar, reflexionar, proponer, sugerir, debatir… A eso nos invito.
Tano... Como bien decís, el problema es filosófico. Y para aclarartelo un poco te vendría bien leer lo que dice Santo Tomás en la Suma de la ley natural que, aunque es evidente, eso no significa que todos la vean (aunque parezca contradictorio). Algo puede ser evidente, pero que alguien no quiera verlo o tenga alguna incapacidad para hacerlo.
ResponderEliminarY si nos metemos en el campo teológico, los pecados nublan la percepción, que hace que la persona cada vez nuble más su conciencia y tenga menos percepción de lo bueno y lo malo.
Bueno, es sòlo para definir, de manera que, ya sea que afirmemos o neguemos la ley natural, estemos hablando de lo mismo. Yo creo que la ley natural (bien entendida) existe y todos pueden conocerla.
Abrazo. Diego Feijóo
Querido Diego:
ResponderEliminarTengo una sólida formación cristiana. Me cansé, y aburrí, de leer a Santo Tomás. Soy Profesor de Filosofía y de Ciencias Sagradas. Hasta octubre del año pasado pensaba muy parecido a vos...
Con todo esto quiero decir que eso ya lo analicé. Comprendo tu posición filosófica, pero conscientemente hice opción por otra. En algún punto es, en términos de Kuhn, una revolución, un cambio de paradigma, luego de pasar por la crisis...
Tomo un párrafo de tu comentario como ejemplo. Al decir que "los pecados nublan la percepción, que hace que la persona cada vez nuble más su conciencia y tenga menos percepción de lo bueno y lo malo" implícitamente querés dar a entender que los que apoyamos el matrimonio igualitario estamos en pecado y por eso se nos nubla la percepción, por lo que esa es la razón de nuestro error. Por tu parte, vos estás en la verdad y ves clarito lo que otros no podemos ver. Ahora, ¿por qué razón no puede ser al revés?
Abrazo!
Tano... los títulos no dan sabiduría y el mecho leer algo no significa entenderlo. De todos modos, es válido que, aún habiéndolo hecho, no compartas.
ResponderEliminarCon respecto al pecado que nubla la percepción de lo bueno y lo malo, es algo de lo que nadie está excento (ya que todos somos pecadores), de modo que cualquiera puede estar en lo cierto o en el error. Pero, como es obvio, cada uno cree que lo que uno piensa o entiende es lo correcto (porque si no, no lo sostendría y cambiaría de parecer). De modo que puede ser al revés (nunca dije que no). Sólo que, así como los que están a favor dan sus razones, me parece justo y oportuno que los que no lo estamos también lo hagamos. Porque al final parece (en muchos ámbitos), que si se opina a favor es libertad de expresión y defensa de derechos y si se opina en contra es discriminación y pensamiento retrogrado. Creo que si verdaderamente hay libertad de expresión, se debería poder opinar desde ambos lados. Ultimamente, he escuchado más comentarios descalificadores y discriminatorios contra los que defienden el matrimonio entre varón y mujer que contra el matrimonio homosexual (aunque no debería haberlo de ningún lado).
Pero te vuelvo a aclarar, yo también puedo estar equivocado, por eso sigo pensando y conversando el tema, por ejemplo, acá.
Abrazo
Diego: Comparto lo que decís. Te cito, como si fuesen mis palabras: "yo también puedo estar equivocado, por eso sigo pensando y conversando el tema, por ejemplo, acá". Concuerdo en que "cada uno cree que lo que uno piensa o entiende es lo correcto (porque si no, no lo sostendría y cambiaría de parecer). De modo que puede ser al revés".
ResponderEliminarTambién es cierto que hay una manipulación del tema. Ahora, parece, los medios marcan la cancha y es todo blanco o negro, y ponen a todos en dos bolsas: en contra-homofóbico-retrógrado o a favor-progre-libertad. Entiendo lo que decís porque hasta el año pasado me ponían en la bolsa de los retrógrados, cando no lo era. Algo de homofobia reconozco que tengo, por mi formación, por los ámbitos donde me moví, pero lo reconozco y me esfuerzo por superarlo (me da asco ver dos tipos besándose, pero no se los prohibo).
Lo que también es cierto es que hasta hace poco, y durante mucho tiempo, la cosa era al revés... Y era mucho peor que lo que ahora sucede a la inversa.
Te pueden descalificar por lo que pensas, pero a los homosexuales los descalificaron durante mucho tiempo por su opción de vida, por buscar s felicidad. Y eso es peor...